Cómo evitar la mastitis en el destete

Del 3 al 30% de las mujeres lactantes sufre mastitis, una patología caracterizada por la hinchazón, el debilitamiento y el dolor en los senos. Aunque no es contagiosa ni guarda relación con el cáncer de mama, sus síntomas afectan negativamente al bienestar materno y la normalidad de la lactancia.

Saber cómo evitar mastitis en el destete ahorra infinidad de molestias a las madres, sobre todo a aquellas primerizas que desconozcan el alcance de esta dolencia. Aumentar la frecuencia de las tomas, vaciar el pecho o vigilar la higiene personal son medidas eficaces. También se recomienda seguir el dictamen de asesoras de lactancia materna en Madrid, cuyo apoyo y recursos formativos ayudan a prevenir esta y otras amenazas.

¿Qué es la mastitis y por qué se produce?

La mastitis se define como una inflamación de la mama que conlleva síntomas como el enrojecimiento, la hipersensibilidad, la fiebre alta, la sensación de calor, el dolor o el malestar general. Esta hinchazón de los lóbulos de la glándula mamaria se manifiesta en forma leve y severa, con o sin infección, y puede clasificarse en cuatro tipos: la periductal, la granulomatosa, la no infecciosa y la infecciosa (relacionada con la bacteria Staphylococcus aureus).

La mastitis en la lactancia se produce, bien por la acción de gérmenes que acceden a los conductos lácteos, bien por la obstrucción de los mismos y la consiguiente acumulación de leche «no vaciada». En cualquier caso, esta inflamación está en el origen de distintas complicaciones, como el absceso mamario o la septicemia, siendo además la consecuencia del destete brusco en un porcentaje significativo de las madres (1 de cada 4 lactantes, según una noticia publicada en El País).

Aunque no exclusivamente, la mastitis se presenta sobre todo durante el periodo de amamantamiento, y por eso recibe el nombre de mastitis puerperal o de lactancia.

5 tips para evitar la mastitis durante la lactancia

Dar el pecho a demanda y con regularidad

Interrumpir la lactancia durante largos periodos favorece la acumulación de leche en el seno, algo perjudicial a muchos niveles, siendo la mastitis una de las razones por las que evitar esta mala práctica. Lo recomendable es dar el pecho conforme a las necesidades del recién nacido (que hasta el 5 o 6 mes será tanto de día como de noche), sin ajustar sus demandas a un horario establecido, ni espaciar en exceso las tomas.

Asegurar una posición y agarre óptimos

Un agarre deficiente del pecho ocasiona grietas y otras lesiones que «allanan» el camino a las bacterias, además de limitar el drenaje de la leche materna y facilitar su acumulación y estancamiento en los conductos galactóforos. Por consiguiente, tanto la posición como el agarre de las mamas es fundamental. Si te preguntas cómo se puede evitar la mastitis, cuidar este aspecto forma parte de la solución.

Procurar vaciar el pecho

Otra estrategia para prevenir la mastitis, uno de los problemas de amamantamiento más comunes, consiste en vaciar completamente el seno. Alternar los pechos durante la lactancia sin extraer del todo la leche de ninguna de ellas es una práctica desaconsejable, ya que favorece tanto la congestión como las infecciones. Lo anterior no significa que deban «forzarse» los conductos mamarios, es decir, ejercer una presión excesiva o vestir prendas y complementos que la favorezcan.

Extremar la higiene

¿Sabías que la falta de higiene está detrás de numerosos casos de mastitis en el pecho? El riesgo de contraer infecciones bacterianas puede minimizarse adoptando una rutina de limpieza de manos y de accesorios en contacto con el seno materno (p. ej., los extractores de leche). De este modo, se reduce la proliferación de gérmenes que puedan ingresar en los conductos lácteos y causar esta patología.

Inspeccionar el estado de los senos

Identificar los primeros signos de la mastitis es fundamental para actuar con rapidez y neutralizar su avance. Por este motivo, debe revisarse diariamente el estado de los senos en busca de síntomas locales (grietas, enrojecimiento, sensación de ardor, etcétera).

Si estos tips llegan demasiado tarde, el tratamiento para la mastitis consiste en la ingesta de antibióticos como la cloxacilina o eritromicina o antiinflamatorios como el ibuprofeno. Lógicamente, las afectadas deben consultar a su médico de cabecera y seguir su consejo y sus prescripciones.



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