fbpx

Despertares nocturnos en bebés: todo lo que necesitas saber

Alrededor del 40% de los menores de 3 años se despiertan por la noche, de acuerdo con la Asociación Española de Pediatría (AEP). Comprender y mejorar el sueño del bebé es uno de los mayores desafíos de los progenitores de hoy y de ayer.

Entre los 4 y los 8 meses de edad, los despertares nocturnos en bebés son especialmente intensos y su adecuada gestión resulta vital para asegurar las 14 a 18 horas de descanso que todo recién nacido necesita. La falta de sueño está asociada con una mayor irritabilidad, estrés y problemas de crecimiento en una de las etapas más importantes en la vida del ser humano.

Pero ¿qué son los despertares nocturnos? Hablamos de interrupciones del sueño durante la noche, por lo general acompañadas de llanto, que duran de unos pocos segundos a horas completas. La ansiedad por separación, las heces del pañal o el hambre son causas frecuentes, aunque su origen puede desconocerse e incluso ser inexistente, por la singularidad de las fases del sueño del lactante.

Además, cada bebé desarrolla sus propios hábitos y patrones de sueños y rara vez se ajustan a lo esperado, planteando un reto a esos padres primerizos que anhelan que su retoño duerma toda la noche, de una. En cualquier caso, esta suspensión del sueño no sólo es natural, sino también sana y necesaria. Los pediatras recomiendan despertar a los lactantes cada 3 o 4 horas, para garantizar su alimentación rutinaria y ajustar sus ciclos de descanso a un horario.

Como otros comportamientos infantiles, los despertares nocturnos pueden ser sintomáticos de una dolencia subyacente, como el trastorno respiratorio del sueño (SAHS). Se recomienda prestar atención a la frecuencia de estas interrupciones, la intensidad del llanto con que se produzcan o la resistencia del bebé para conciliar el sueño de nuevo.

Para las mamás y papás sin experiencia, recibir asesoramiento de sueño infantil es una ayuda inestimable. Como en el deporte y otras actividades, disponer de un coach durante la maternidad proporciona una orientación experta en todo momento y el acceso a protocolos de actuación y otras herramientas, útiles para saber cómo reducir los despertares nocturnos en bebés.

Para saber cómo evitar los despertares nocturnos en bebés, es preciso informarse no sólo de sus causas, sino también del funcionamiento del sueño en edad pediátrica. Hasta los 3 meses de vida, los despertares se suceden con mayor regularidad, condicionadas por las necesidades alimenticias del pequeño, que se suceden cada dos o cuatro horas. Estos ciclos, aunque inexactos, justifican varios despertares a lo largo de la noche.

Entre el tercer y el sexto mes de vida, el sueño nocturno se prolonga hasta las cuatro o seis horas con normalidad. Los despertares persisten, y en algunos bebés serán más recurrentes que en otros. Alcanzados los 6 meses de edad, el horario de sueño del bebé y sus progenitores están más en sintonía. La regularidad de los despertares se reduce de manera significativa por la menor frecuencia de las tomas y la menor necesidad de descanso (de unas 14-15 horas frente a las 18 del neonato).

Entre el primer y el segundo año de vida, es habitual que los bebés duerman de forma sostenida, sin interrupciones y por espacio de 6 a 8 horas. La fijación de un horario para el sueño nocturno y las siestas adquiere ahora una mayor importancia, pues la hiperactividad, las molestias de la dentición y otras novedades propias de la edad entran en escena, complicando esta necesidad biológica.

¿Por qué se producen los despertares nocturnos en bebés?

Ahondando más en las causas de los despertares nocturnos en bebés, la más común y elemental es el hambre. Al nacer, el estómago humano es similar a una cereza, con apenas 7 ml de capacidad, que evoluciona y se desarrolla hasta los 60 ml durante las primeras semanas de vida. Es lógico que, dada la frecuencia de sus comidas (de 1,5 a 3 horas), la necesidad de alimentarse esté detrás de la mayor parte de los despertares.

La ansiedad por separación, que interviene a los 6 meses de vida y se mantiene hasta los 3 años, es un fenómeno natural de la relación de apego que se establece entre la madre y el neonato durante la lactancia materna. Que este apego se haga extensible a los cuidadores se ha atribuido a la búsqueda de protección, comportamiento ‘heredado’ de los primates en una época aciaga para la supervivencia de los neonatos.

Por otra parte, la presencia de orina o heces en el pañal, los gases estomacales, la temida fiebre o la sensibilidad creciente a los sonidos y luz del entorno son causa de incontables despertares durante la primera infancia. Sea cual fuere su origen, identificarlo ayuda a saber qué hacer cuando el bebé duerme mal.



Llamar
× ¿Cómo puedo ayudarte?